Por Verónica Valeria De Dios Mendoza
Uno de los más grandes desaciertos de los gobiernos, ha sido concentrar sus esfuerzos y recursos, en aras de construir muros que dividen a las naciones, en lugar de hacer de estás un lugar donde se pueda habitar con dignidad. Con esto no deseo proponer un pacto que violente la soberanía de cada nación, sino dar visibilidad a un posible punto de encuentro entre los Estados que tiendan a ver más allá de sus orígenes, un punto en cuya diferenciación misma se ha de coincidir y encontrarse en el respeto pleno hacia los derechos humanos.
Admitida esta premisa, ha de entenderse que ello ha sido el motivo principal y el que originó la gran estigmatización que gira en torno a la migración, un fenómeno tangible dentro de las naciones que forma parte indudable de la cotidianidad. ¿Pero, qué debe entenderse por este? Según la organización internacional para las migraciones, constituye un movimiento de personas que dejan su país de origen o en el que mantienen una residencia habitual, con el fin de establecerse de manera temporal o permanentemente en otro país distinto del que pertenecen. Desde este punto la migración se ha convertido en un fenómeno complejo motivado por diversos factores de índole económico y social, como el desempleo, el trabajo mal remunerado, la pobreza, la discriminación, la violencia de género, la reunificación familiar, el aumento desmesurado de la delincuencia en el país de origen y la ausencia de apoyo de redes comunitarias que exigen un cambio de vida en busca de mejores oportunidades de desarrollo personal. (1)
En un punto de la historia el complejo movimiento de migración se vio nublado por una estrecha y puritana razón que lo visibilizó como un fenómeno enteramente perteneciente al sexo masculino, sin embargo se encontró con una gran masa de mujeres capaces y con el valor de afrontar los peligros que implica cruzar una frontera, permitiendo forjar una perspectiva neutra de la migración, que por un lado resulta pertinente pero también es altamente insuficiente.
He de aferrarme a la deficiente perspectiva, ya que aunque este se trata de un proceso de desplazamiento en la que participan ambos sexos, sus impactos son distintos entre hombres y mujeres durante desarrollo y el lugar de destino. Desgraciadamente está limitada concepción hubo de engendrar la gran tragedia existente en la vida de las migrantes, que en el afán de buscar mejores condiciones de vida se ven obligadas a enfrentar no solo las hostilidades de los gobiernos que ven en el fenómeno de la migración una inminente amenaza, sino también al peligro latente que implica ser mujer.
Los distintos factores que oprimen a las mujeres por el simple hecho de pertenecer a dicho sexo, se ven reforzadas por las maltrechas políticas en materia de migración las cuales reflejan un Estado que indudablemente gravita bajo innumerables principios xenófobos que facilitan la persistencia de la violencia de género, sobre todo en un marco donde reina la incertidumbre legal respecto de las migrantes en situación irregular.
Y para la gran masa de mujeres migrantes, ¿cuánto progreso se gana si la esperanza por una vida más digna es remplazada por la doble estigmatización de ser mujer y migrante a la vez? Durante el viaje de huida las mujeres enfrentan violencia psicológica, física y sexual. Anualmente unas 45.000 mujeres centroamericanas que entran a México con el propósito de llegar a Estados Unidos entran sin documentos migratorios, y de ellas el 70% sufre algún tipo de abuso sexual por parte de las mafias traficantes, según denuncian organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional. Riesgos que lamentablemente no terminan cuando llegan al lugar de destino.
Es así que el género influyen de forma diferente y contundente en las probabilidades y resultados de la migración de hombres y mujeres. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la violencia de tipo psicológica como menosprecio y humillaciones públicas es 14% más alta para las mujeres en relación a los hombres; el control de actividades, dinero y tiempo es 04% más: el abuso sexual 7.1%; el sexo forzado 6.9% y el sexo a cambio de bienes o protección es 27.3 % más alto. (2)
Las migrantes en situación irregular han sido identificadas como un grupo en condición de extrema vulnerabilidad, pues son las más expuestas a la transgresión de sus derechos a consecuencia del nivel elevado de desprotección.
Es de suma importancia que las naciones integren políticas, prerrogativas y programas en materia de migración desde una perspectiva de género en sus dos vertientes: como países de origen y de destino. Pues hasta que la violencia de género a la que se ve condenada la mujer, no sea asumida con claridad por parte de las instituciones en todos sus niveles, ella seguirá careciendo de derechos por circunstancias retrogradas que incoherentemente se fundamentan en su sexo. Ver y establecer la política migratoria desde una visión de género no significa minimizar los obstáculos a los que se ve enfrentado el hombre migrante, sino rediseñar y completar los procesos de formulación de políticas y los programas de acuerdo a la realidad.
Se estima que cerca de 105 millones del total de la masa migrante se encuentra conformada de personas trabajadoras migrantes, de las cuales 49% del total son mujeres expuestas a una doble vulnerabilidad. (3)
NOTAS:
- Organización Internacional para las Migraciones. Mujeres en la migracion . [En línea] [Citado el: 3 de febrero de 2017.] http://www.inegi.org.mx/eventos/2014/Encuentro_genero2014/doc/p_MonserratHdez.pdf.
- Instituto Nacional de Salud Pública. Encuesta sobre Migración y Salud Sexual y Reproductiva de migrantes en tránsito en la frontera México- Guatemala, 2009-2010. [En línea] http://www.inegi.org.mx/eventos/2014/Encuentro_genero2014/doc/p_MonserratHdez.pdf.
- Organización Internacional del Trabajo. ¿Cómo prevenir la discriminación, el abuso y la explotación de las. Lima : s.n., 2010.